martes, 16 de agosto de 2016

LA TENENCIA DE LA TIERRA

La tenencia de la tierra era un derecho que los pobladores tenían por pertenecer a un determinado grupo étnico. Los curacas repartían la tierra de acuerdo a las necesidades de los individuos y sus familias. La unidad de medida era el «tupu», pero las dimensiones del «tupu» podían variar de acuerdo al rendimiento de la tierra. De acuerdo a esto una unidad doméstica recibía 1 1/2 tupu, al nacer un hijo varón se les asignaba un tupu adicional y si nacía una mujer se les asignaba 1/2 tupu adicional; si los hijos se casaban, los tupus adicionales se les retiraba a la familia.
Algunos cronistas indican que el reparto de las tierras era anual, Guamán Poma señala que ese reparto se realizaba después de la cosecha en el octavo mes del calendario incaico y que esa actividad recibía el nombre de «chacraconacuy» (esto correspondía a los meses de julio y agosto). John Murra señala que esta ceremonia anual era una ceremonia de reafirmación de las tierras y que existía una continuidad en la tenencia de la tierra por parte de cada familia. La ceremonia del «chacraconacuy» contemplaba la fertilización de la tierra, la limpieza y reparación de canales y acequias así como sacrificios a la «pachamama».
En las crónicas se señala que luego de una conquista la tierra y el ganado eran declarados «propiedad del estado» y que luego eran cedidos a las poblaciones conquistadas. En realidad la tenencia de la tierra luego de una conquista era condicionada por la riqueza y los recursos que existían en ese territorio. Por lo general, a los productores de tubérculos se les dejaba continuar con la posesión de sus tierras; en cambio a los grupos productores de maíz y coca, era común que se les expropiara sus tierras para dedicarlas al estado o a los cultos, teniendo en cuenta que esta producción era especialmente importante para la religión incaica.
Se ha documentado que en Chincha, por cada «huaranca» (mil unidades domésticas) se tomaba 1 chacra. En otros casos los Incas ampliaron la frontera agrícola (construyendo andenes y canales) para tomar esta ampliación a nombre del estado, luego estas tierras eran trabajadas por el grupo étnico conquistado. Otra modalidad fue colocar mitmakunas en las colonias del grupo étnico conquistado, como sucedió con los Lupaka.

Existió una marcada diferenciación entre las tierras del estado y las destinadas al culto, éstas eran administradas independientemente y sus cosechas eran almacenadas por separado. Inti, Mamaquilla, Chuquiilla, Pachamama tenían tierras asignadas a su culto, así como también los santuarios de los antepasados míticos como Huanacaure; además el estado, en muchos casos, asignó tierras a las deidades de las etnias conquistadas. La mano de obra para el trabajo de las tierras estatales y de culto se obtuvo de la mita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario